Mejorá tu sueño de forma natural: el rol del ejercicio

Dormir bien es clave para la memoria, la atención, el sistema inmunológico y la salud cardiovascular. Sin embargo, una parte importante de la población no descansa lo suficiente. La buena noticia: la actividad física regular es una de las intervenciones más efectivas.
Dormir bien es clave para la memoria, la atención, el sistema inmunológico y la salud cardiovascular. Sin embargo, una parte importante de la población no descansa lo suficiente. La buena noticia: la actividad física regular es una de las intervenciones más efectivas y accesibles para mejorar la calidad del sueño, en especial en personas mayores.
¿Por qué el sueño importa?
Un descanso reparador favorece el aprendizaje y la regulación emocional, y se asocia con menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas. Diversas sociedades científicas recomiendan que los adultos duerman entre 7 y 9 horas diarias.
Qué dice la evidencia más reciente
Un metaanálisis publicado en Frontiers in Psychology (2024) revisó más de 50 estudios y confirmó que el ejercicio mejora de forma significativa la calidad del sueño. Los mejores resultados se observaron cuando se combinan el entrenamiento aeróbico y el de fuerza, ajustando la dosis y la intensidad a cada persona.
La “dosis” efectiva de ejercicio para dormir mejor
- Frecuencia: 4 veces por semana.
- Duración por sesión: menos de 30 minutos.
- Intensidad: moderada a alta (según condición física).
- Periodo: 9 a 10 semanas para ver mejoras consistentes.
- Tipo: combinar aeróbico (caminar rápido, bicicleta, elíptico) + fuerza (peso corporal, bandas o cargas livianas a moderadas).
Cómo empezar en 4 pasos
- Arrancá progresivo: si sos principiante o venís de inactividad, comenzá con baja intensidad y aumentá gradualmente.
- Elegí horarios inteligentes: evitá entrenamientos intensos 2–3 horas antes de dormir; por la tarde suele funcionar bien para muchas personas.
- Combiná estímulos: alterná días aeróbicos y de fuerza; 15’ + 15’ es un formato simple y efectivo.
- Medí tu progreso: registrá cómo dormís (latencia, despertares, energía al despertar) y ajustá la rutina en consecuencia.
Consejos prácticos de higiene del sueño que potencian el efecto del ejercicio
- Mantené horarios regulares para acostarte y levantarte (incluso fines de semana).
- Cuidá la exposición a pantallas y luz intensa 1–2 horas antes de dormir.
- Creá un entorno silencioso, oscuro y con temperatura agradable.
- Limitá cafeína, alcohol y comidas abundantes por la noche.
- Usá la cama solo para dormir y descansar.
Personas mayores: beneficios extra
En adultos mayores, la actividad física mejora la eficiencia del sueño, ayuda a preservar masa muscular y equilibrio, y reduce el riesgo de caídas. Un programa equilibrado debería incluir aeróbico, fuerza, balance y flexibilidad, adaptado a la condición de cada persona.
Señales de alerta (consultá con un profesional)
- Ronquidos intensos, pausas respiratorias o somnolencia diurna marcada.
- Insomnio persistente > 3 meses pese a cambios de hábitos.
- Dolor, mareos o falta de aire durante el ejercicio.
- Condiciones médicas que requieran ajuste del plan de actividad.
Conclusión
Pequeños cambios, grandes resultados: con sesiones cortas (menos de 30 minutos), 4 veces por semana y una combinación de aeróbico y fuerza, es posible mejorar de manera tangible la calidad del sueño. Sumado a hábitos saludables de higiene del sueño, el ejercicio se convierte en un aliado concreto para descansar mejor y cuidar tu salud integral.
Bibliografía
Sleep Health (2015): National Sleep Foundation’s updated sleep duration recommendations.